03/11/2008

Sentar bases.

Sentar bases es muy importante.
Muchos filósofos han debatido sobre la clasificación de este tema, si es un punto estratégico o tan simplemente una oportunidad táctica.
Hasta los más sofistas han acordado que es un elemento prioritario y primordial; por ejemplo es un paso previo antes de sentar cabeza, caso contrario uno queda con el cúbito hacia arriba, con una azimut provocadora, generando una posición que se niega a sí misma. (Ver definición de paradojas, oxímoron y lenguaje corporal pág. 243 bis y 345 tris.)
Para poder sentar una base correctamente, es necesaria la flexibilidad de la misma. Bases demasiados rígidas tienen la imposibilidad de acomodarse en esa posición, salvo que ya vengan sentadas de fabrica, pero en ese caso, sirven solo a titulo decorativo, ya que no se pueden sentar (dado que ya están sentadas) es decir son estáticas y no responden a la dinámica del verbo, con toda la posibilidad contenida de una amenaza que puede ser concretada o no; llamada comúnmente en la terminología kantiana como la tensión del objeto, o según Sartre la libertad del no-ser-en-sí como potencia del ser.
Además de las cualidades prioritarias y flexibles descritas anteriormente, están en forma no menos importante las cualidades aplicativas y fundamentales, que si bien no demostraremos en este abstracto, no dejaremos de mencionar que tienen que ver con la cosa que se sienta. Es decir la base propiamente dicha. Pues sentar se pueden sentar muchas cosas, y en este caso no es el de sentarse como contraposición a la actitud de pararse o que vulgarmente llamamos erección, sino mas bien es la posición final con respecto al resto del asunto. La base debe estar en una posición más elemental que el resto. El sentar tiene que ver con una actitud de reposo. Y es aquí donde aparece su relación con lo fundamental, porque están fundadas en lo básico; generando un pleonasmo recurrente y redundante que ni el mismo Zenón podría haber concebido como consecuencia de la negación de los diminutos infinitesimales.
Redondeando con la frase comensal,
La importancia de bases bien sentadas nos permiten abrigar esperanzas a la hora de ajustar detalles, pudiendo así tejer conjeturas para dejar plantado a cualquier patototero que intente presentar batalla con la sola intención de perjudicarnos.

02/11/2008

Dialógico

-¿ Que tal?
-Yo bien, buscando laburo eternamente, es todo un trabajo en sí mismo esto de buscar laburo.
- Decímelo a mí.
- Es todo un trabajo en sí mismo esto de buscar laburo.
- A mí me vas a decir? que estoy buscando laburo hace rato?
- Vos me lo pediste.
- Vos te la buscaste.
-Es que estoy buscando.
-Es que buscas donde no hay.
-Por eso busco.

Existe un profesor que tiene la costumbre de ponerse dos corbatas

Existe un profesor que tiene la costumbre de ponerse dos corbatas cuando va a dar cátedra, a veces, debido a su distracción, incluso llega con zapatos de diferente modelo.
Muchas veces se aparece por la facultad con la ropa con la costura hacia afuera.
Si alguien le comenta algo, él se mira sorprendido y dice murmurando: ‘bueno, no me extraña en mí, es el costo de la súper concentración’ ,
A este señor, le cuesta conciliar los dos mundos paralelos donde habita, uno que él eligió, que es el de su ciencia, su arte, su fantasía, con las estructuras móviles que el mismo diseñó; y el mundo externo, donde cohabitan otros seres, compartiendo las voluntades y responsabilidades, que en este caso más bien sería irresponsabilidades .
Para él es como un sacarse y ponerse, un juego como de dar vuelta un guante, como una tortuga o una ostra, como un volar y un aterrizar.
Le interesaba más su virtualidad, pero también comprendía, que dependía del otro mundo, que todos se empeñaban a llamarlo ‘real’, como si los reyes aun tuvieran mandato.
Un día tuvo una experiencia aterradora, donde sus dos mundos se encontraron se mezclaron y fusionaron.
Sus recuerdos traspasaron el umbral, se inmiscuían. Empezó a encontrar incongruencias en sus formulas.
Se despertaba dentro de los sueños, sus relojes se derretían cuando los miraba intensamente.
Sus chequeos de realidad ya no le funcionaban pues no recordaba si lo normal era tener seis dedos en cada mano o si eran siete.
Sabía si discutía con alguien, y no podía convencer, que ese era el mundo compartido, argumento que se desvaneció en poco tiempo cuando de ambos lados lo contradecían invariablemente.
Hasta que encontró algo que no se podía replicar en su interior, era el cuchicheo de la gente cuando iba a dar su clase magistral con dos corbatas.
Cuchicheo incesante que se tornaba en agudo tintinear de monedas cayendo al tazón de lata que había puesto a su lado para recibir limosnas de los que salen del supermercado.
Gozaba esos instantes de entrar y salir de sus mundos por unos pocos segundos.
Desde ese día, lleva siempre dos corbatas cuando va a dar cátedra.
No necesitar suerte: a eso le llamo suerte!