02/11/2008

Existe un profesor que tiene la costumbre de ponerse dos corbatas

Existe un profesor que tiene la costumbre de ponerse dos corbatas cuando va a dar cátedra, a veces, debido a su distracción, incluso llega con zapatos de diferente modelo.
Muchas veces se aparece por la facultad con la ropa con la costura hacia afuera.
Si alguien le comenta algo, él se mira sorprendido y dice murmurando: ‘bueno, no me extraña en mí, es el costo de la súper concentración’ ,
A este señor, le cuesta conciliar los dos mundos paralelos donde habita, uno que él eligió, que es el de su ciencia, su arte, su fantasía, con las estructuras móviles que el mismo diseñó; y el mundo externo, donde cohabitan otros seres, compartiendo las voluntades y responsabilidades, que en este caso más bien sería irresponsabilidades .
Para él es como un sacarse y ponerse, un juego como de dar vuelta un guante, como una tortuga o una ostra, como un volar y un aterrizar.
Le interesaba más su virtualidad, pero también comprendía, que dependía del otro mundo, que todos se empeñaban a llamarlo ‘real’, como si los reyes aun tuvieran mandato.
Un día tuvo una experiencia aterradora, donde sus dos mundos se encontraron se mezclaron y fusionaron.
Sus recuerdos traspasaron el umbral, se inmiscuían. Empezó a encontrar incongruencias en sus formulas.
Se despertaba dentro de los sueños, sus relojes se derretían cuando los miraba intensamente.
Sus chequeos de realidad ya no le funcionaban pues no recordaba si lo normal era tener seis dedos en cada mano o si eran siete.
Sabía si discutía con alguien, y no podía convencer, que ese era el mundo compartido, argumento que se desvaneció en poco tiempo cuando de ambos lados lo contradecían invariablemente.
Hasta que encontró algo que no se podía replicar en su interior, era el cuchicheo de la gente cuando iba a dar su clase magistral con dos corbatas.
Cuchicheo incesante que se tornaba en agudo tintinear de monedas cayendo al tazón de lata que había puesto a su lado para recibir limosnas de los que salen del supermercado.
Gozaba esos instantes de entrar y salir de sus mundos por unos pocos segundos.
Desde ese día, lleva siempre dos corbatas cuando va a dar cátedra.