19/06/2006

“La univocidad del ser es la afirmación del azar en un solo golpe del juego.”

Frase rotunda, aplastante, que no deja más dudas.Después de escuchar esto, uno no puede ser el mismo.Porque es tan cierto y tan evidente, que aunque ya lo sabíamos, incluso explícitamente, el decirlo otra vez, tiene una cuota de aporte, de novedad.Y me quedo pensando en el existencialismo, exaltado por el tiempo libre, sin hacer cosas útiles, cosas que puedan tapar los agujeros oscuros que en momentos así empiezan a mostrar su brillo inquietante.Me acuerdo ahora de un cartelito que en mi adolescencia lo tenía colgado en mi casa. Decía "ningún problema es tan grave que no pueda solucionarse huyendo" (aun recuerdo que era con fondo negro y letras color fucsia.) al lado de otro para contrarrestar, que tenia escrito “Si Vd. no aporta una solución, entonces forma parte del problema”.A veces, cosas que creías olvidadas, como cuando de repente te cruzas a alguien en la calle, o afectas alguna neurona cercana al recuerdo olvidado y se te planta enfrente tuyo algo insoluble, que le dejamos de prestar atención e importancia hace mucho tiempo. Y vos ves que el crío quedo detenido en el tiempo. No hablo de algún vecino de la niñez que lo encontras ya persona adulta, evolucionada y encaminada, es mucho más horripilante de ver que el tiempo te pasó por encima: es el tiempo que no te pasó por encima, sino que te acecha a la vuelta de la esquina para caerte de un solo golpe y así de crudo. Esperándote como una rama trabada en el arroyo que esperó pacientemente en su letargo inmortal, como el descubrimiento de un soldadito de plomo debajo de un zócalo en la casa de tus viejos, envuelto junto con una carta de confesión de amor de un amor anhelado e imposible de la adolescencia, de una vecina que no recordamos su apellido, solo que se fue del pueblo y jamás oímos de ella otra vez